En el contexto histórico de Yucatán, la inmigración china y coreana ha dejado una huella significativa en la identidad cultural de la región. En el siglo XIX, cuando la industria henequenera estaba en pleno auge, muchos chinos llegaron a Yucatán como trabajadores para contribuir en esta floreciente industria. Posteriormente, en 1905, se sumó la llegada de inmigrantes coreanos.
La integración de los inmigrantes chinos en la sociedad yucateca fue notable. Muchos de ellos se casaron con mujeres mayas campesinas, lo que no solo fortaleció los lazos entre ambas culturas, sino que también condujo a la fusión de tradiciones y costumbres. Esta integración se reflejó incluso en la lengua, donde se observaron similitudes entre palabras chinas y mayas, así como en la fisonomía de ambos pueblos.Un ejemplo de esta fusión cultural fue el cambio de apellidos de algunos inmigrantes chinos. Por ejemplo, el apellido «Chang» se transformó en «Chan» en un intento por adaptarse y asimilarse mejor a la cultura local. Además, su contribución a la gastronomía yucateca fue significativa, introduciendo platos como el salado chino y la forma de consumir naranjas, peladas y chupadas.
En cuanto a sus hábitos alimenticios, los chinos se dedicaron principalmente al cultivo de hortalizas, prefiriendo este tipo de alimentos sobre la carne, que era más costosa y menos accesible para ellos. Esta preferencia alimentaria también se vio reflejada en su rechazo a consumir tortillas o pan, lo que evidencia su adaptación a los productos locales y sus propias tradiciones culinarias.Además de su contribución en el ámbito culinario, los inmigrantes chinos también jugaron un papel importante en la difusión del conocimiento lingüístico. Aprendieron primero la lengua maya y luego el español, lo que facilitó su integración en la sociedad yucateca y les permitió establecerse de manera más sólida en la región.
A pesar de los desafíos y obstáculos que enfrentaron, los inmigrantes chinos y coreanos dejaron un legado perdurable en Yucatán. Sus nombres, apellidos y contribuciones a la cultura y gastronomía local perduran hasta el día de hoy, recordándonos la riqueza y diversidad de la historia de la región.