El 11 de agosto de 1993, siendo las 10:17 de la mañana, descendió del avión el papa Juan Pablo II en el Aeropuerto Internacional Manuel Crescencio Rejón de la Ciudad de Mérida, quien fuera recibido por el entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, como Jefe de Estado.
El papa Juan Pablo II viajó a Izamal para oficiar una misa con grupos indígenas de América Latina en el ex Convento San Antonio de Padua ante la Virgen de la Concepción, arropado por una multitud de feligreses que se dieron cita para presenciar a su Santidad.
La visita del Sumo Pontífice significó para el pueblo mexicano, una nueva esperanza y unión entre la hermandad.
Al arribar al avión y continuar con su peregrinaje, expresó lo siguiente:“¡Qué Dios bendiga México! ¡Qué Dios bendiga a todos los hijos e hijas de esta amada nación!”
Aquella visita, fue la cuarta que hiciera el “Papa Viajero” al páis, pero el primero en tierras yucatecas.