Ya se acercan los “días de finados” en Yucatán, una tierra donde las celebraciones en torno a los muertos tienen peculiaridades que las distinguen del resto del país y que tienen amplia influencia de la cultura maya.
Como parte de estas conmemoraciones, el altar de Hanal Pixán y los mucbipollos se vuelven protagonistas.
Los mayas creen que las almas de los muertos regresan a la tierra a fines de octubre para recibir ofrendas dedicadas por sus familiares.
El Hanal Pixán, cuya traducción es comida de las almas, se desarrolla en dos partes. Primero son recibidas las almas de los niños durante la noche del 31 de octubre y el 1 de noviembre las de los adultos.
El período del descenso de las almas al mundo terrenal varía dependiendo la región. En Yucatán se considera que las almas de los muertos se quedan en la tierra una semana, el 7 de noviembre se despiden las almas de los niños y el 8 las de los adultos, según ha documentado el investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Olivier Le Guen.
Tras su llegada a la tierra, las almas deben de pasar por el lugar en donde se encuentran sus restos.
Así, el camino que siguen las almas hacia su hogar durante el Hanal Pixán empieza desde el lugar donde sus restos se encuentran enterrados hacia el altar colocado en su memoria, guiados por un camino de velas, ceniza y/o flores.
Despedida
Durante el período del regreso de las almas, sus familiares tienen la obligación de llevar al cabo un ritual para despedirlas: el Bìix.
Siempre es realizado durante la noche y tiene el mismo objetivo que el Hanal Pixán, alimentarlas, pero con la finalidad de asegurarse que su despedida se haga correctamente.
La fecha de despedida depende de la región y tradición. En Yucatán este ritual se lleva al cabo el 8 de noviembre.
Sobre los elementos, antropólogos como Miguel Güemes Pineda e Hilaria Maas Collí, ya fallecida, coinciden en que no se debe caer en exageraciones al colocarles demasiadas cosas.
En entrevistas con el Diario, han coincidido en lo más importante es considerar para quién se pondrá y considerar aquellos objetos que le gustaban y que permitirán recordarlo. Para ambos investigadores, los elementos básicos que debe tener son los siguientes:
La mesa con un mantel blanco.
La Cruz. Al tener influencia católica, la cruz de Cristo se coloca en el centro del altar, como señal de encomendar a él a los fallecidos. También pueden colocarse imágenes de santos.
Fotografía del difunto. Aunque no es obligatoria, se coloca para significar que se recuerda y ora por ese ser querido.
Velas. Si son niños se usan de colores; si son adultos, se usa negro o blanco. El significado es la luz.
Flores. No se consideran obligatorias y se sugiere que sean las que hay en casa.
Incienso. Cumple con la función de llevar el olor de la comida que se coloca en el altar a los familiares ya fallecidos. Se considera como una invitación a bajar al mundo de los vivos para que prueben la comida que se hizo en su honor.
Vaso con agua. Cumple la función de digestivo para las ánimas y para que “embuchen” después de comer.
Objetos que le gustaban al fallecido.
Comida preferida por el finado. Esta es la parte central del altar.
En los pueblos se acostumbra que durante el Hanal Pixán se colocan comidas hervidas y durante el Bìix, guisos preparados en pib (horneados bajo tierra).
Es por eso que en el estado los mucbipollos se consumen ocho días después del día de muertos.
Sin embargo, en Mérida se acostumbra que los pibes se colocan en los días de finados.